Fundada en 1868
8701 NE 119th Street, Vancouver, Washington
(360) 573-3325
Como miembros de la Iglesia Católica en el mundo de hoy, los creyentes están llamados a compartir su fe con la comunidad en general. Al seguir los pasos de Cristo, damos testimonio de nuestra fe en la forma en que criamos a nuestros hijos, en cómo interactuamos con amigos, familiares y compañeros de trabajo, y en cómo nos involucramos en la cultura moderna. A lo largo de los siglos, ninguna iglesia ha hecho más por cuidar de nuestros hermanos y hermanas necesitados que la Iglesia Católica.
El principio de la fe católica es la revelación de Dios. Creemos que Dios nos ama y desea estar en relación con su creación. Creemos que Dios se revela de muchas maneras, pero particularmente a través de la revelación de su Palabra, que nos llega en dos formas: la Sagrada Escritura (escrita) y la Tradición (no escrita). El signo máximo de la revelación de Dios es la Encarnación: Dios haciéndose humano en Jesucristo. La Encarnación es el signo máximo del amor de Dios por su pueblo.
Los católicos creen en la Santísima Trinidad, Dios revelado en tres personas divinas de una misma naturaleza: Padre, Hijo y Espíritu Santo. La Iglesia fue fundada por Cristo, por el poder del Espíritu Santo, y se ha mantenido viva a través de los siglos gracias a la Tradición Apostólica. El Misterio Pascual –la crucifixión, muerte y resurrección de Jesucristo– es el misterio central de toda celebración litúrgica, especialmente de la Misa, que es la “fuente y cumbre” de nuestra vida como católicos.
La Misa es la celebración central y vinculante de la Iglesia. Vivimos la vida sacramental más plenamente en comunidad. Cristo nos llama al perdón de los pecados y reconocemos el Sacramento de la Reconciliación como una forma de reparar el pecado y volver a una relación correcta con Dios, con nosotros mismos y con los demás. Somos nutridos y alimentados por la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. La presencia de Cristo Resucitado se revela a lo largo de la sagrada liturgia y en la comunidad reunida como el Cuerpo de Cristo, en la Palabra, en el Celebrante y, muy especialmente, en la Eucaristía (el Cuerpo y la Sangre de Jesús).
Como Cuerpo vivo de Cristo, los católicos estamos llamados a vivir una vida “contracultural”. Estamos llamados a servirnos unos a otros, tal como lo hizo Jesús. Defendemos nuestra fe y nuestras creencias, incluso si esto significa sufrir en el mundo. Las enseñanzas sociales católicas nos llaman a cuidar especialmente la dignidad de la persona humana, desde el momento de la concepción hasta el final de la vida natural. Estamos llamados a atender a los pobres, cuidar nuestro medio ambiente, garantizar condiciones de trabajo justas para todos y trabajar por un sistema económico que permita un trato igualitario a las personas.
Creemos que estamos unidos con todos los ángeles y santos, especialmente con María, la Madre de Dios, y modelamos nuestras vidas según su santo ejemplo. Oramos a María y a todos los santos para que intercedan por nosotros. La oración personal y comunitaria es un sello distintivo de la fe católica. Oramos para fortalecer nuestra relación con Dios y crecer en la fe y el amor. Nos unimos a todos los creyentes del mundo –la Iglesia universal– cada semana cuando nos reunimos para la oración comunitaria, la Misa. Haga clic aquí para enviar un correo electrónico al diácono Adolfo Carabajal sobre nuestra fe católica.
8701 NE Calle 119,
Vancouver, Washington 98662
(360) 573-3325
Horario de oficina:
Lunes - Viernes
9:00 a. m. - 4:00 p. m.
Regístrate para recibir nuestros correos electrónicos semanales los viernes.